Diferenciado las Edades


Queremos dar una breve descripción de las dispensaciones a la luz de la Palabra de Dios.

Agustín dijo en una ocasión: «Distinguid las edades, y las Escrituras armonizan.» Dios ha dividido toda la historia humana en edades: «… por quien asimismo hizo las edades» (He. 1 :2, margen en la Biblia Anotada de Scofield). Estas edades pueden ser largas o cortas. Lo que las distingue no es la duración de ellas, sino la forma en que Dios trata con la humanidad.

Mientras que Dios mismo nunca cambia, Sus métodos sí que cambian. Él obra en formas distintas en edades distintas. Decimos en algunas ocasiones que Dios administra Sus asuntos con el hombre durante una era particular como una dispensación.

Técnicamente, una dispensación no significa una edad, sino una administración, una mayordomía, un orden, o una economía. Pero nos resulta difícil pensar acerca de una dispensación sin pensar acerca del tiempo. Por ejemplo, la historia del gobierno de los Estados Unidos ha estado dividida entre administraciones. Hablamos de la administración Roosevelt, de la administración Eisenhower, o de la administración Kennedy.  Evidentemente, de lo que hablamos es de la manera en que se administraba el gobierno mientras estos presidentes estaban al mando. Lo esencial es la política que se seguía, pero de forma necesaria relacionamos esta política con un período de tiempo determinado.

Así, en este momento consideraremos que una dispensación es la forma en la que Dios está tratando con los hombres durante un período determinado de la historia. Los tratos dispensacionales de Dios se pueden comparar con la forma en la que se lleva una casa. Cuando solamente está el esposo y la esposa en la casa se sigue un cierto programa. Pero cuando hay varios hijos pequeños, se introduce un sistema totalmente nuevo de línea de conducta. Al ir madurando los niños, los asuntos del hogar vuelven a manejarse de forma enteramente nueva. Vemos este mismo modelo en los tratos de Dios con la raza humana (Gá. 4:1-5).

Por ejemplo, cuando Caín mató a su hermano Abel, Dios le puso una marca, a fin de que cualquiera que le halla no lo matara (Gn 4:15). Y, a pesar de ello, después del Diluvio, Dios instituyó la pena capital, decretando que «el que derramare sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada» (Gn 9:6). ¿Por qué esta diferencia? Debido a que había un cambio de dispensación.

Otro ejemplo se halla en el Salmo 137:8, 9, en el que el escritor demanda un severo juicio sobre Babilonia:

Hija de Babilonia la desolada, Bienaventurado el que te diere el pago de lo que tú nos hiciste. Dichoso el que tomare y estrellare tus niños contra la peña Y, a pesar de ello, el Señor enseñó más tarde a los Suyos: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen (Mt. 5:44). Parece evidente que el lenguaje apropiado para el salmista que vivía bajo la ley ya no es apropiado para un cristiano que vive bajo la gracia. No todos los cristianos concuerdan con el número de dispensaciones o con los nombres que se les debería aplicar. De hecho, no todos los cristianos aceptan las dispensaciones.

Pero podemos demostrar la existencia de dispensaciones de la siguiente manera. Primero de todo, hay por lo menos dos dispensaciones, la ley y la gracia: «Pues la ley por medio de Moisés, fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo» (Jn. 1: 17). El hecho de que nuestras Biblias están divididas entre Antiguo Testamento y Nuevo Testamento indica que tuvo lugar un cambio de administración. Se da más prueba de ello en el hecho de que no se requiere de los creyentes en esta edad que ofrezcan sacrificios animales; esto indica también que Dios ha introducido un nuevo orden.

Pero si aceptamos que existen dos dispensaciones, quedamos obligados a creer que existen tres, debido a que la Dispensación de la Ley no fue introducida hasta Éxodo 19, miles de años después de la Creación. Por lo tanto, debe haber existido por lo menos otra dispensación antes de la ley (ver Ro. 5:14). Con esto llegamos a tres.

Después, deberíamos de concordar en que existe otra cuarta dispensación, debido a que las Escrituras hablan del «siglo [edad] venidero» (He. 6:5). Naturalmente, este será el tiempo cuando el Señor Jesucristo volverá a reinar sobre la tierra, que se conoce también como el Milenio.

El apóstol Pablo distingue también entre la presente edad y una edad que está por venir. El habla, primero, de una dispensación que le fue confiada a él en relación con la verdad del evangelio y de la iglesia (1 Co. 9: 17; Ef. 3:2; Col. 1:25). Esta es la edad presente. Pero él señaló también hacia una futura edad cuando se refiere, en Efesios 1:10, a «la dispensación del cumplimiento de los tiempos». Está patente de su descripción de ella que no ha llegado todavía.

Así que, sabemos que no estamos viviendo en la edad final de la historia del mundo.

El doctor C. 1. Scofield, editor de la Biblia Anotada de Scofield, señala siete dispensaciones, tal como sigue:

  1. Inocencia (Gn. 1:28). Desde la creación de Adán hasta su caída.
  2. La Conciencia o Responsabilidad Moral (Gn. 3:7). Desde la caída hasta el final del Diluvio.
  3. Gobierno Humano (Gn. 8:15). Desde el final del Diluvio hasta la llamada de Abraham.
  4. Promesa (Gn. 12:1). Desde la llamada de Abraham hasta la promulgación de la Ley.
  5. La Ley (Ex. 19:1). Desde la promulgación de la Ley hasta el día de Pentecostés.
  6. La Iglesia (Hch. 2:1). Desde el día de Pentecostés hasta el Arrebatamiento (rapto).
  7. El Reino (Ap. 20:4). El reino milenial de Cristo.

En su diagrama »The Course of Time from Eternity to Eternity» (El curso del tiempo desde la eternidad hasta la eternidad), A. E. Booth ve siete dispensaciones de la historia humana tipificados en los siete días de Génesis:

  • Primer día: El hombre probado a la luz de la creación: luz y promesa.
  • Segundo día: Gobierno (desde el Diluvio hasta la división de las naciones).
  • Tercer día: Israel (desde Abraham hasta el final de los Evangelios).
  • Cuarto día: La Gracia (un período parentético).
  • Quinto día: La Tribulación.
  • Sexto día: El Milenio.
  • Séptimo día: La Eternidad.

Mientras que no es importante concordar en los detalles precisos, es de gran importancia el observar que existen diferentes dispensaciones. La distinción entre la ley y la gracia es especialmente importante. De otra manera tomaremos porciones de las Escrituras que se refieren a otras edades y nos las aplicaremos a nosotros mismos. Mientras que todas las Escrituras son útiles para nosotros (2 Ti. 3:16), no todas ellas se escribieron de forma directa para nosotros. Los pasajes que tratan de otras edades tienen aplicaciones para nosotros, pero la interpretación primaria de éstos es para la edad en que fueron escritos. Por ejemplo, se les prohibió a los judíos que vivían bajo la ley que comieran la carne de cualquier animal impuro, esto es, los que no tuvieran pezuña hendida y que no rumiaran (Lv. 11:3). Esta prohibición no se aplica a los cristianos en esta edad (Mr. 7:18, 19), pero permanece el principio moral subyacente; que debemos evitar la impureza moral y espiritual.

Dios prometió al pueblo de Israel que si ellos le obedecían a Él, Él les haría prósperos materialmente (Dt. 28:1-6). El énfasis se situaba sobre las bendiciones materiales en lugares terrenales. Pero esto ya no es cierto de nuestra presente era. Dios no nos promete que Él premiará nuestra obediencia con prosperidad financiera. En lugar de ello, las bendiciones de esta dispensación son bendiciones espirituales en lugares celestiales (Ef. 1:3).

Mientras que existen diferencias entre las varias edades, hay una cosa que jamás varía, y ésta es el evangelio. La salvación siempre ha sido, es en la actualidad, y siempre será, por la fe en el Señor y la base de la salvación para cada edad es la obra acabada de Cristo en la Cruz del Calvario. Las personas del Antiguo Testamento se salvaban al creer las revelaciones que Dios les dijera. Por ejemplo, Abraham se salvó al creer a Dios cuando Él dijo que la simiente del patriarca sería tan numerosa como las estrellas (Gn. 15:5-6). Abraham no sabía mucho, si es que sabía algo, de lo que tendría lugar en el Calvario siglos más tarde. Pero Dios sabía. Y cuando Abraham creyó al Señor, El puso a la cuenta de Abraham todo el valor de la futura obra de Cristo en el Calvario.

Alguien ha dicho que los santos del Antiguo Testamento estaban «bajo crédito». Es decir, que fueron salvados en base al precio que el Señor Jesús pagaría muchos años después (este es el significado de Romanos 3:25). Nosotros somos salvados en base a la obra que Cristo cumplió hace más de 1900 años. Pero en ambos casos la salvación es por la fe en el Señor.

Debemos guardamos en contra de cualquier idea de que las personas durante la dispensación de la Leyeran salvadas por guardar la ley o ni tan siquiera por las ofrendas de ellos de sacrificios de animales. La ley tan sólo puede condenar, no puede salvar (Ro. 3:20). Y la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede sacar ni un solo pecado (He. 10:4). ¡No! ¡La manera en que Dios salva es por la fe, y por la fe sola! (ver Ro. 5:1).

Otra cosa a tener presente es la siguiente: Cuando hablamos de que la época actual es la Edad de la Gracia, no estamos implicando que Dios no mostrara Su gracia en las pasadas dispensaciones. Solamente queremos decir que Dios está ahora probando al hombre bajo la gracia y no bajo la ley. Esta distinción se explicará de manera más completa en una futura lección. También es importante darse cuenta de que las edades no se cierran con una precisión rígida. Hay a menudo un solapamiento o período de transición. Vemos esto en el libro de los Hechos, por ejemplo. Se precisó de un cierto período de tiempo para que la iglesia se despojara de algunas de los atavíos de la dispensación anterior. Y es posible que exista un período de tiempo entre el Arrebatamiento y la Tribulación durante el que se manifieste el Hombre de Pecado y se erija el Templo en Jerusalén.

Una palabra final. Como de todas las cosas buenas, se puede abusar del estudio de las dispensaciones. Hay algunos cristianos que llevan el dispensacionalismo hasta tal extremo ¡que aceptan tan sólo las epístolas de Pablo escritas en la prisión como aplicable a la iglesia de nuestro día! Como resultado no aceptan el bautismo ni la Cena del Señor, ya que éstos no se hallan en las epístolas escritos por él en prisión. Enseñan también que el mensaje del evangelio que Pedro predicaba no era el mismo que el de Pablo. (Ver Gálatas 1:8,9 para la refutación de esto.) Estas personas reciben en ocasiones el nombre de ultradispensacionalistas o Bullingeritas (derivado de un maestro llamado E. W. Bullinger).

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