El Matrimonio: el divorcio


 

Los Principios para el matrimonio

El Divorcio

La fortaleza de carácter que se requiere para cumplir un compromiso matrimonial que dure toda la vida consiste en un proceso continuo de someter la voluntad a Dios, permitiéndole que desarrolle en nosotros el carácter de Cristo.”[1]

Introducción:

Un repaso de los puntos anteriores.

¿Qué piensa Dios del matrimonio?

PACTOS DEL ANTIGUO TESTAMENTO

  • La palabra hebrea beriyth, se usa más de 280 veces en el Antiguo Testamento. Con frecuencia se traduce como “pacto”, que significa “acuerdo obligatorio”.
  • Los pactos obligatorios para ambas partes se realizaban entre personas y eran confirmados con un juramento hecho ante Dios. David y Jonatán hicieron un pacto de protección mutua entre ellos y Dios. (Lea 1 Samuel 18:3; 20:8–42.)

“…Jehová esté entre tú y yo, entre tu descendencia y mi descendencia, para siempre…”

1 Samuel 20:42

El pacto matrimonial no es sólo entre dos personas, sino entre las dos personas y Dios.

  • Dios inició y guardó los pactos con Noé, Abraham y otros. (Lea Génesis 9:11–17.)

“Estableceré mi pacto con vosotros (Noé), y no exterminaré ya más toda carne con aguas de diluvio, ni habrá más diluvio para destruir la tierra. Y dijo Dios: Esta es la señal del pacto que yo establezco entre mí y vosotros y todo ser viviente que está con vosotros, por siglos perpetuos: Mi arco he puesto en las nubes, el cual será por señal del pacto entre mí y la tierra”. (Génesis 9:11–13)

“Y pondré mi pacto entre mí y ti, y te multiplicaré en gran manera”. (Génesis 17:2)

También establecí mi pacto con ellos, de darles la tierra de Canaán, la tierra en que fueron forasteros, y en la cual habitaron. (Éxodo 6:4)

Aun cuando los israelitas fallaron al obedecer el pacto como habían prometido en Éxodo 24:7–8, Dios se rehusó a terminarlo.

“… por cuanto menospreciaron mis ordenanzas,… aun con todo esto, yo no los desecharé, ni los abominaré para consumirlos, invalidando mi pacto con ellos; porque yo Jehová soy su Dios”. (Levítico 26:43–44)

Si usted quiere ser un fiel cumplidor del pacto, debe rehusarse a abandonar su alianza matrimonial aunque su cónyuge haya sido infiel en algún momento.

  • La frase “hacer pacto” se refiere a la antigua costumbre hebrea de sellar el vínculo de un convenio sacrificando un animal. Cuando Dios estableció su pacto con Abraham, le ordenó que cortara los animales del sacrificio por la mitad.

(Lea Génesis 15:8–18.)

“Juntadme mis santos, los que hicieron conmigo pacto con sacrificio”. Salmo 50:5

Para guardar el pacto matrimonial es necesario morir al “yo”.

PACTOS DEL NUEVO TESTAMENTO

  • La palabra griega diatheke, que se traduce como “pacto” o “testamento, tiene la idea de un testamento legal, de la última voluntad y testamento de una persona. Es la promesa de la herencia y distribución de sus bienes según los deseos de un individuo.
  • Aunque la palabra pacto significa un trato de obligación mutua entre dos o más personas, diatheke denota un convenio, juramento o promesa hecho por un solo individuo.

[Cristo es] mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna”. (Hebreos 9:15)

Si usted quiere cumplir con el pacto, usted es el responsable de mantener ese convenio de amor y lealtad aun si su cónyuge no actúa como usted quisiera.

  • Así como Dios el Padre utilizó la sangre de los animales del sacrificio para sellar el pacto en el Antiguo Testamento, él selló el nuevo pacto con su pueblo por medio de la muerte sacrificial y el derramamiento de la sangre de su Hijo Jesucristo.

“Y les dijo: Esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada”. (Marcos 14:24)

El cumplimiento del pacto matrimonial requiere “morir al yo” y tomar la decisión de hacer muchos sacrificios personales muy difíciles.

  • Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento declaran que Dios llamó a su pueblo para que cumpliera con el pacto, pero sólo el Nuevo Testamento nos promete que tendremos el poder de permanecer fieles a nuestro compromiso. Ese poder viene a través de la presencia de Cristo en cada creyente.

“… y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí” (Gálatas 2:20)

“La fortaleza de carácter que se requiere para cumplir un compromiso matrimonial que dure toda la vida consiste en un proceso continuo de someter la voluntad a Dios, permitiéndole que desarrolle en nosotros el carácter de Cristo.”

Dios diseñó el matrimonio para que fuera una relación comprometida y seria entre un hombre y una mujer, una relación sagrada y santificada de amor mutuo que permanezca para toda la vida, según estos requisitos:

  • Buscar exclusivamente una persona del sexo opuesto para casarse.

“Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él… Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre”. (Génesis 2:18, 22)

  • Abandonar la dependencia de los padres.

“Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre…” (Génesis 2:24)

  • Unirse con la persona legalmente.

“… y se unirá a su mujer…” (Génesis 2:24)

  • Vivir juntos y llegar a ser uno en el aspecto sexual.

“… y serán una sola carne”. (Génesis 2:24)

  • Amar al cónyuge durante toda la vida.

“Por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre”. (Marcos 10:9)[2]

 1 Dios constituyó el matrimonio:

  • Fue Dios quien hizo posible esta unión (Gn. 1:27).
  • Fue Dios también quien dio el mandamiento, “Fructificad…” (Gn. 1:28).
  • Fue él quien dijo: “No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él” (Gn. 2:18).
  • Fue Dios quien trajo a Eva a Adán para que fuese la esposa de éste (Gn. 2:22).

 Ciertamente, desde todos los aspectos, fue Dios quien estableció el matrimonio como una institución divina (Gn. 2:24; Mt. 19:5, 6). El matrimonio por lo tanto es un “estado honroso”. Por lo tanto, ¡que ningún hombre separe lo que Dios ha unido!”[3]

2 “Lo que Dios juntó no lo separe el hombre”

“La fortaleza de carácter que se requiere para cumplir un compromiso matrimonial que dure toda la vida consiste en un proceso continuo de someter la voluntad a Dios, permitiéndole que desarrolle en nosotros el carácter de Cristo.”

En Mateo 19:5–6. ¿Qué quiere decir el Señor con estas palabras: «Lo que Dios juntó no lo separe el hombre»?

  • Es una ley moral, un principio ético: el vínculo matrimonial no debería ser roto; la indisolubilidad sería un ideal no traducible en normas jurídicas absolutas, un ideal que corresponde a las normas perfectas del Evangelio y que debe tenerse siempre presente, pero que, al igual que las demás normas éticas, desgraciadamente puede (Iglesia Oriental antigua).
  • La teología escolástica[4] —a partir de una eclesiología previa, basada en una deficiente traducción de Efesios 5:32 («sacramento» en vez de «misterio»)— interpretó el vínculo matrimonial como algo objetivo y ontológico, un lazo que persiste per se independientemente de las relaciones de los cónyuges entre sí. De modo que, según este concepto que subyace en la teología católica, el vínculo matrimonial no puede ser disuelto.

La interpretación de Mateo 19:6 oscila, pues, entre el no debería ser (el matrimonio no debería ser roto) de unos y el no puede ser (el matrimonio no puede ser disuelto) de otros, entre una comprensión moral que tiene en cuenta sobre todo la naturaleza real de las relaciones personales con su dinamismo y otra que considera la indisolubilidad como realidad ontológica estática.

Detrás de ambos conceptos se hallan dos maneras distintas de entender los sacramentos. Porque no podemos olvidar que la interpretación ontológica se ajusta a la teología sacramental del catolicismo romano, para el cual el matrimonio constituye un verdadero sacramento.

La teología católico-romana entiende los sacramentos como operaciones ex opere operato de la gracia y así concibe la indisolubilidad, no tanto como un mandamiento que Dios instituye en su Ley moral, sino como una realidad que constituye objetiva y ontológicamente el lazo matrimonial irrompible ya a partir del momento en que el matrimonio válido se consuma. Es como el agua del bautismo que, per se (en virtud de ella misma como sacramento) ex opere operato, lava las manchas del pecado original del niño recién nacido. Es también como el pan y el vino de la misa que se convierten en «cuerpo» y en «sangre» de Jesucristo, por más que el paladar del comulgante sienta el gusto del pan y del vino, y los ojos no vean sino los productos del trigo y de la vid. «Son apariencias —asegura la doctrina católico-romana—; detrás de ellas se halla la realidad de la carne y la sangre de Jesús».

Creemos que la indisolubilidad es la declaración de la buena voluntad de Dios para la pareja; constituye el ideal del matrimonio tal como lo quiere Dios. Y, en tanto que expresión del matrimonio definido en su más alto grado de perfección, representa para toda pareja humana el único modelo.

Así, pues, la frase bíblica «Lo que Dios juntó, no lo separe el hombre» entra en la categoría de mandamiento, como revelación de una ley moral, al igual que el «No matarás», «No cometerás adulterio», «No codiciarás», etc. Es la expresión de la voluntad divina para nuestra felicidad conyugal.

Pero, por otra parte, la Biblia muestra también claramente la incapacidad del Hombre natural para guardar los mandamientos de Dios (1 Co. 2:14) y, por ende, la norma divina sobre el matrimonio. El Hombre caído no acierta a vivir en su plenitud esta dimensión de indisolubilidad que conlleva el vínculo matrimonial según el ideal divino y, muy a menudo (sobre todo en nuestros días), rompe lo que Dios unió, despedazando aquello que el Creador quería estructurado «en una sola carne» indivisible.

La indisolubilidad, basada en la naturaleza creacional del matrimonio, es una tarea que cada uno de los cónyuges debe realizar personalmente en la realidad del matrimonio comprendido, asumido y vivido de conformidad con la Palabra de Dios.

3 “Por la dureza de vuestro corazón”

“La fortaleza de carácter que se requiere para cumplir un compromiso matrimonial que dure toda la vida consiste en un proceso continuo de someter la voluntad a Dios, permitiéndole que desarrolle en nosotros el carácter de Cristo.”

Dios repudia el divorcio.

Porque Jehová Dios de Israel ha dicho que él aborrece el repudio”. (Malaquías 2:16)[5]

Acta de divorcio

  • Originalmente, el documento del divorcio era un certificado legal que liberaba a la mujer del estigma del adulterio. Era un documento que protegía su posición dentro de la sociedad.
  • El divorcio legal fue creado para proteger al inocente que, por lo general, era la mujer en caso de que su esposo la repudiara por razones distintas al adulterio. (Una adúltera era castigada con la lapidación).
  • El documento de divorcio le daba a la mujer el estatus legal que le permitía volver a casarse.
  • Si el marido repudiaba a su esposa inocente sin darle una “Declaración de divorcio”. y ella se volvía a casar, él habría sido el causante de que ella cometiera adulterio, puesto que los votos matrimoniales originales no se habrían anulado.
  • Jesús aclaró que la “declaración del divorcio” era una ley escrita para legislar sobre el resultado de un pecado, a saber, el endurecimiento del corazón, que destruía la relación interpersonal más sagrada, el matrimonio.[6]
[1] Hunt, J. (1990–2011). 100 Claves Bíblicas para Consejería (Vol. 67, pp. 2–3). Dallas, TX: Esperanza para el corazón.

[2] Hunt, J. (1990–2011). 100 Claves Bíblicas para Consejería (Vol. 22, p. 4). Dallas, TX: Esperanza para el corazón.

[3] Hendriksen, W. (2007). Comentario al Nuevo Testamento: El Evangelio según San Mateo (p. 752). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.

[4] La escolástica fue la corriente teológico-filosófica dominante del pensamiento medieval, tras la patrística de la Antigüedad tardía, y se basó en la coordinación entre fe y razón, que en cualquier caso siempre suponía una clara subordinación de la razón a la fe (Philosophia ancilla theologiae -la filosofía es sierva de la teología-). (Wikipedia)

[5] Hunt, J. (1990–2011). 100 Claves Bíblicas para Consejería (Vol. 33, p. 4). Dallas, TX: Esperanza para el corazón.

[6] Hunt, J. (1990–2011). 100 Claves Bíblicas para Consejería (Vol. 33, pp. 4–5). Dallas, TX: Esperanza para el corazón.

Audio de la predicación

Es nuestro deseo que este estudio sirva para llamar a la reflexión a padres como a hijos..

Esta es otra opción para escuchar el audio:

Es nuestro deseo que este estudio sea para su edificación, ¡alabado sea el Señor!

 

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